Las personas que sufren adicción a las compras, conocida como oniomanía, tienen en Navidad un riesgo mayor de incurrir en compras compulsivas, debido a que es más fácil que su conducta pase desapercibida durante estas fiestas.
Las personas con esta conducta compulsiva buscan al comprar un placer que les evada de las situaciones desagradables que se producen en su vida cotidiana; su malestar solo desaparece mientras compran y se puede diagnosticar como una adicción que en ocasiones se asocia a otros trastornos psicológicos o emocionales como ansiedad, depresión, trastorno bipolar o de personalidad.
Según expertos en el 80% de los casos el perfil del comprador compulsivo corresponde a mujeres de entre 40 y 60 años, con falta de motivación y que, en muchos casos, padecen un trastorno obsesivo. La adicción a las compras también suele afectar a personas en activo con un alto nivel de estrés, que compran durante su tiempo libre como válvula de escape, así como adolescentes con problemas de adaptación y que pueden haber presentado algún trastorno de alimentación o de la personalidad o algún episodio de depresión.
Este trastorno puede volverse crónico en el 60% de los casos, por lo que es conveniente acudir a un especialista en cuanto la persona observe que es incapaz de controlar el impulso de comprar, además de buscar el apoyo de familiares y allegados.
Las personas con adicción a las compras liberan sustancias como dopamina y endorfinas, las mismas que segrega el organismo durante actividades placenteras como el sexo o comer chocolate pues el adicto a las compras genera dopamina y endorfinas mientras realiza sus compras.
La adicción a las compras se puede detectar cuando la persona hace de esta actividad un remedio para su tristeza, enfado o frustración, o lo convierte en un pasatiempo habitual y en su placer principal, y necesita adquirir con frecuencia objetos o prendas que no son útiles y que después se arrepiente de haber comprado, solo para sentirse mejor.
Las agresivas técnicas de marketing que dirigidas a captar la atención de los consumidores e inducirles a comprar son especialmente peligrosas para las personas con oniomanía, por lo que deben evitar los centros comerciales y utilizar dinero en efectivo en lugar de tarjetas de crédito para controlar mejor sus gastos.