No son sólo preocupación de la Administradora de Riesgos Laborales
A partir de la Ley 100 de 1993 se reconoció legalmente en Colombia la importancia de los riesgos ocasionados por el trabajo. De esta forma, las empresas colombianas deben incorporar este nuevo factor a su cotidianidad de manera formal. Sin embargo, pasados 24 años, existen muchas empresas que aún no dan la relevancia necesaria a este factor dejándolo sólo a expensas de la Administradora de Riesgos Laborales a la cual están afiliadas, se excusan en que su preocupación es conservar el negocio, mejorar la productividad y no se dan cuenta realmente de los efectos que un accidente o un trabajador enfermo produce en el rendimiento mismo de todo el negocio, y para ir más allá en el rendimiento nacional y mundial.
No obstante algunos progresos, el asunto de la salud y la seguridad en el trabajo constituyen todavía un grave problema. Todos los años, en el mundo entero hay millones de accidentes laborales; algunos son mortales y otros ocasionan incapacidades permanentes, totales o parciales. La gran mayoría sólo causan incapacidades que, aunque temporales, pueden durar varios meses.
Todos los accidentes además de constituir una pérdida de tiempo y de dinero, producen sufrimiento a su víctima, muchos preocupan a sus familias y, sobre todo si son mortales u ocasionan una incapacidad permanente son una catástrofe en la vida familiar.
Cifras
Actualmente, en algunos países (Estados Unidos y Japón) se registran más de dos millones de accidentes en el trabajo por año, y en otros (Alemania, Francia, Italia), más de un millón. Muchos países, incluso algunos de los mayores y más industrializados, no publican cifras, pero se supone que ocurren más de quince millones de accidentes de trabajo en todo el mundo, cifra que asombra cuando se considera el sufrimiento y las pérdidas materiales que representa.
Sin embargo, es válido suponer, que ante la falta de información, e incluso porque muchos accidentes no se declaran, de la misma manera que muchas enfermedades profesionales pasan inadvertidas, la cifra antes mencionada podría incrementarse significativamente. Lo indiscutible es, que el mundo paga, en sufrimientos humanos y en pérdidas económicas, un precio muy alto por los riesgos no controlados en el trabajo.
La evaluación de la carga mundial de enfermedades y lesiones ocupacionales es difícil. Especialmente, encontrar información fiable en los países en desarrollo, principalmente debido a graves limitaciones en el diagnóstico de las enfermedades profesionales y en los sistemas de reporte. La OMS calcula que en América Latina, por ejemplo, sólo se reportan entre el 1 y el 4% de todas las enfermedades laborales.
Conflicto y responsabilidades
Hay dos problemas principales comunes en países desarrollados y en países en desarrollo: la renuencia para reconocer las causas de las lesiones o problemas de salud en el trabajo y el hecho de no reportarlos cuando se reconocen. La historia de la salud ocupacional es la de la lucha entre los trabajadores por obtener medidas de prevención y protección o compensaciones, y sus empleadores que buscan negar o reducir su responsabilidad frente a las enfermedades y lesiones ocupacionales. Este conflicto ha influido enormemente en el reporte estadístico.
La dificultad más grande de esta situación, es la renuencia del empleador a reconocer los riesgos a los que sus trabajadores se exponen en el desempeño de sus labores, restando responsabilidad e interés al diseño de mecanismos de prevención y control. Se pensó, que con el surgimiento de los sistemas de seguridad social que incluyen los riesgos laborales se mejoraría en este tema, sin embargo, aunque no se pueden negar ciertas mejoras, la responsabilidad en la mayoría de los casos se ha desplazado únicamente a manos de la administradora de riesgos laborales.
La actitud anterior, se debe, es de suponerse, al desconocimiento del impacto que causa las condiciones de salud de la fuerza laboral sobre la economía nacional y mundial, sin detenerse a hablar de las pérdidas emocionales en los núcleos familiares, que de una u otra manera terminan redundando también en la economía.
Las pérdidas económicas causadas por enfermedades y accidentes ocupacionales son realmente cuantiosas y esas pérdidas representan una pesada carga para el desarrollo económico. No obstante la falta de adecuados sistemas de información al respecto, se han podido generar las siguientes estadísticas:
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha calculado que las pérdidas económicas debidas a enfermedades y accidentes de trabajo, representaron aproximadamente el 4% del producto interno bruto.
Estas cifras sirven para mostrar aproximadamente la dimensión del tema en cuestión.
Vale la pena explicar qué se entiende por “costo total” de los accidentes, puesto que, si bien muchos de los gastos que ocasionan pueden fácilmente expresarse en dinero, otros son menos tangibles. Según algunos autores, los accidentes tienen costos directos, subjetivos, como el sufrimiento de la víctima o sus familiares, y costos indirectos, encubiertos o de recursos, como los daños a la propiedad, la destrucción de máquinas o la pérdida de producción, entre otros.
Las opiniones, sobre qué deben comprender los costos indirectos son bastante diversas, por ser tantos los factores que hay que considerar. En 1959, Heinrich dio la siguiente lista de los costos encubiertos de los accidentes:
- Costo del tiempo perdido por el trabajador lesionado.
- Costo del tiempo perdido por otros trabajadores que interrumpen sus tareas:
- Por curiosidad.
- Por compasión.
- Para ayudar al trabajador lesionado.
- Por otras razones.
- Costo perdido por los supervisores y otro personal análogo para:
- Prestar asistencia al personal lesionado.
- Investigar las causas del accidente.
- Tomar las disposiciones del caso a fin de que otro trabajador realice las tareas del trabajador lesionado.
- Seleccionar, formar o iniciar en sus tareas a un nuevo trabajador en sustitución del trabajador lesionado.
- Preparar los informes sobre el accidente que deben presentarse a las autoridades o concurrir a prestar declaración ante ellas.
- Costo del tiempo de la persona que prestó los primeros auxilios y del personal del hospital, cuando no está a cargo de una compañía de seguros.
- Costo de los daños ocasionados a máquinas, herramientas y otros bienes o de las averías ocasionadas a materiales.
- Costos accesorios causados por la perturbación de la producción, la imposibilidad de entregar pedidos en la fecha convenida, la perdida de primas, el pago de multas y otros motivos.
- Costo para el empleador en virtud de los regímenes de bienestar y de prestaciones para su personal.
- Costo para el empleador del pago del salario completo del empleador lesionado al reanudar éste sus tareas aunque durante cierto tiempo, por no estar totalmente restablecido, sus servicios pueden valer sólo la mitad de lo normal.
- Costo de los beneficios dejados de obtener sobre la producción del trabajador lesionado y de las máquinas no utilizadas.
- Costo de la agitación que el accidente provoca entre el personal o del debilitamiento que causa en la moral de este.
- Monto de los gastos generales por trabajador lesionado – gastos en concepto de alumbrado, calefacción, alquiler y otras erogaciones del mismo tipo – que hay que seguir pagando mientras los trabajadores no producen.
En estudios posteriores, otros autores han opinado que existen hasta 26 costos indirectos diferentes.
No hay duda, por lo tanto, que es importante conocer los costos de los accidentes, pero no sólo aquellos que se le imputan a la administradora de riesgos laborales, sino también aquellos costos encubiertos que corren a cargo de la empresa, por daños en la propiedad, en la maquinaria, en los materiales, por pérdida de producción e incluso por multas o sanciones legales o por incumplimiento de pedidos, costos que en la mayoría de los casos los empleadores no se han detenido a considerar y que en ocasiones, de acuerdo con el tamaño del evento, pueden llegar a pérdidas totales.
Los aspectos económicos de los accidentes están inevitablemente relacionados con los aspectos económicos de su prevención. Es bien sabido que las lesiones y daños provocan gastos, y que también la prevención de los accidentes tiene un costo. Como lo que cuestan los accidentes influye en el balance de la empresa, ésta, que es en última instancia responsable de que aquellos no ocurran, tiene motivos suficientes y necesarios para incluir en sus planes medidas destinadas a prevenirlos.
Además de los aspectos de salud, el mejoramiento de las condiciones de trabajo se constituye en una inversión. Cuanto más dinero se gasta en la prevención, tanto menos hay que gastar a consecuencia de los accidentes y las enfermedades ocupacionales. Lo ideal sería gastar en la prevención más de lo que ésta permite economizar en el costo de los accidentes. Lo que no se debe olvidar es, que siempre que se trata este tema, viene a mente la misma pregunta:
¿Qué valor monetario puede atribuirse a la vida
y a la integridad física y mental de un ser humano?