Al momento del despegue, nuestro organismo percibe la sensación de movimiento y al alejarnos de la corteza terrestre, se producen cambios fisiológicos en el metabolismo, como el aumento temporal de la frecuencia cardiaca, presión en cavidades del oído medio y senos maxilares.
Las cabinas de los aviones comerciales están adaptadas y simulan en alguna medida las condiciones atmosféricas de la Tierra, lo que permite que nuestro cuerpo, a una altitud de 30.000 pies, pueda desempeñarse como si estuviera en la superficie. Aun así condiciones de salud preexistentes como operaciones recientes, enfermedad coronaria, embarazo, uso de alcohol y medicamentos, alteraciones de azúcar (diabetes, hipoglicemia), trombosis venosa o varices en miembros inferiores, pueden verse agravadas durante el vuelo.
En el proceso de cambio fisiológico, el cuerpo humano se adapta a las condiciones del medio mientras estamos en el avión, sin que percibamos todo el trabajo que realiza para mantenerse en adecuada condición. Lo que hace que en vuelos largos seamos propensos a experimentar signos, síntomas y nuevos estados como el Jet-Lag, condición que altera nuestro ritmo circadiano.
En este caso, la modificación del horario puede generar somnolencia diurna e irritabilidad. Por ello, es fundamental adaptarse lo antes posible durante el vuelo al horario del lugar de destino. Por ejemplo, si se va a aterrizar en la mañana, es aconsejable dormir en el avión, mientras que si se va a llegar de noche, lo ideal es permanecer despierto durante el recorrido.
Por otro lado, el Síndrome de Clase Turista o Trombosis Venosa Profunda, puede manifestarse aún en personas sanas, mediante la formación de coágulos de sangre en las piernas después de viajes largos. Esta afección usualmente es más frecuente en personas que viajan en avión por más de cuatro horas seguidas o de manera recurrente. Puede causar síntomas como dolor e hinchazón en la parte afectada, que se pueden tratar con medicamentos. El problema se agrava cuando el coágulo se traslada hacia el pulmón, lo que se conoce como “tromboembolia pulmonar”, eventualmente, puede ocasionar la muerte.
En esta época de vacaciones, siga los siguientes consejos para que viajar en avión sea más placentero y seguro:
Lleve en su equipaje de mano, la suficiente cantidad de todos los medicamentos que usted consume y pregunte a su médico con anterioridad si debe cambiar la dosis, cuando sus horarios de comida y dormida vayan a variar al llegar a su destino.
Tenga el nombre y número de teléfono de su médico en caso de emergencia.
Trague saliva con frecuencia y use goma de mascar durante el recorrido. Los bebés pueden utilizar biberones o chupo.
Duerma suficiente antes del viaje e ingiera comidas balanceadas.
Adáptese al horario nuevo siguiendo las horas locales de comida y dormida.
Utilice ropa cómoda. Nada de pantalones o camisas ajustadas que impidan el normal funcionamiento de la circulación. Use medias ortopédicas largas.
Mantenga una postura cómoda pero sobre todo saludable y cámbiela cada 30 minutos. No se siente con las piernas cruzadas, impide el buen riego sanguíneo.
Realice paseos cortos por la cabina cada 1 o 2 horas. Es recomendable hacer ejercicios de contracción y estiramiento de la musculatura de la pantorrilla (elevando los dedos del pie, como para andar con talones y al revés, elevando los talones como para andar de puntillas).
No vuele inmediatamente después de haber buceado. Debe esperar entre 12 y 14 horas.
Si tiene factores de riesgo (ha sido sometido a una operación de cirugía mayor, tiene historia previa de trombosis y/o predisposición familiar a sufrirla, ha experimentado traumatismo reciente de las extremidades inferiores o presenta problemas de circulación venosa), consulte a su médico antes de efectuar un viaje de largo recorrido.
Por: Luis Guillermo Márquez Medina
Médico Ocupacional, Gerente del Centro de Rehabilitación y Medicina laboral de AXA Colpatria.