Introduccion:
El día de la semana y el momento de la jornada tienen una importante relación.
Mucha gente opina que el lunes es un mal día para trabajar. En el sector del automóvil, por ejemplo, existe el convencimiento de que los carros fabricados ese día tienen un índice de averías mucho más alto de lo habitual. Algo parecido sucede con los accidentes laborales, cuya probabilidad de padecerlos es directamente proporcional a la cercanía del comienzo de la semana, y también al inicio de la jornada de trabajo.
Comenzar la actividad laboral tras un fin de semana de descanso es tan duro que el organismo humano tarda un tiempo en adaptarse al puesto de trabajo y a los peligros que lleva. No parece ser otra la explicación al hecho de que en el primer día de la semana se produzcan el 23,3% de los accidentes laborales, cifra que va descendiendo paulatina y regularmente hasta el viernes, cuando ocurre el 16,36%, según estadísticas.
Los sábados y domingos se registran el 4,44% y el 2,35% de los percances, respectivamente, pero es difícil saber cuál es la incidencia real sobre la actividad desarrollada, dado que no hay muchas cifras sobre las personas que trabajan durante el fin de semana, cuando el trabajo productivo es mucho menor.
La teoría de que es necesario un tiempo de adaptación al riesgo del puesto de trabajo parece también la explicación de que sea en las primeras horas de la jornada cuando más siniestros tienen lugar. En este caso, no es la primera hora la de más riesgo, pero sí la segunda, para ir descendiendo hasta el final de la jornada, salvo un repunte que se produce en la sexta hora de trabajo.
Primera hora
El hecho de que la primera hora no sea la que más siniestros registra puede deberse, según algunos expertos, a que parte ella es destinada a los preparativos previos al inicio de la producción -dirigirse a la zona de trabajo, encendido de máquinas, etc.-, que suponen un riesgo menor, lo cual confirmaría la teoría de que el peligro disminuye a medida que el trabajador se integra en su tarea. Es más, el repunte que se produce en la sexta hora de trabajo puede deberse a la reanudación de la jornada tras la parada para comer, cuando el estado de relajación propio del momento impide que los sentidos estén todo lo alerta que exige la seguridad.
Las estadísticas no facilitan la hora en que se producen el cien por cien de los accidentes laborales, bien por no disponer de los datos, bien porque ocurran después de la octava hora de actividad -muchos trabajadores con jornada irregular o que realizan horas extras o autónomos alargan su jornada más allá de las ocho horas-. El cansancio podría estar en el origen de muchos de esos siniestros en que no figura la hora en que se producen. Es de sobra conocido que, tras muchas horas de actividad, ni la capacidad de atención ni los reflejos son los mismos que cuando uno está descansado.
Causas
Las estadísticas revelan también las causas de los accidentes, que en más de una tercera parte se deben a sobreesfuerzos. Las posibilidades de un percance por otras causas descienden mucho, ya que el siguiente riesgo en la lista es el de recibir golpes con objetos y herramientas, que producen el 16% de los accidentes. Las caídas al mismo nivel, ser atrapado entre objetos y las caídas a distinto nivel siguen en la lista de causas.
Fuente:
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