Introduccion:
En el mundo entero los directivos se resisten a concentrar las jornadas y fomentar el teletrabajo. Las empresas que han flexibilizado sus horarios consideran un éxito el cambio.
El mundo ha sufrido una transformación social formidable en pocas décadas. La digitalización avanza sin freno en una sociedad cada vez más multicultural mientras jóvenes sobre-educados ocupan puestos clave en empresas punteras de medio mundo.
En la cultura empresarial perviven sin embargo usos y costumbres propios de otra época. Las jornadas laborales interminables y partidas por una larga pausa para el almuerzo son aún un signo de identidad del sector privado pese a que merman la productividad y el avance de la igualdad entre hombres y mujeres.
Un puñado de empresas alrededor del mundo ha empezado a adaptar sus horarios pero el cambio profundo y generalizado no acaba de cuajar a pesar de que las empresas que lo prueban, repiten. Y no arranca porque el principal obstáculo es la arraigadísima cultura del presentismo, difícil de cambiar entre directivos que llevan décadas funcionando de la misma manera y que se resisten al cambio por miedo a perder el control sobre sus empleados.
Poco importa que las tecnologías —ordenadores portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes y todo lo demás— hayan permitido a millones de personas el mundo cambiar su forma de trabajar, la cultura dominante hace que el trabajador permanezca pegado a la silla hasta que el jefe sale por la puerta por miedo a tener que escuchar "¿pero ya te vas a casa?".
“No se trata solo de cambiar el horario, se trata sobre todo de cambiar la mentalidad de los jefes; que les entre en la cabeza que más horas en la oficina no implican más productividad”, opina la directora del Observatorio de Mujer, Empresa y Economía de la Cámara de Comercio de Barcelona.
De acuerdo con ella las ventajas de trabajar de manera más concentrada y disponer de más horas libres al final del día son evidentes. Para empezar, dice, porque está demostrado que los trabajadores se sienten más comprometidos con una empresa que les permite vivir mejor su vida y la productividad aumenta. Explica que están demostrados el mayor compromiso con la empresa, el aumento de la productividad —hasta un 19%,—, y la caída del absentismo —hasta 30%—.
Cita también el ahorro energético para las empresas (luz, calefacción, aire acondicionado…), la mayor retención del talento. El horario es también un factor clave para lograr la igualdad. "La sociedad entera seguirá prescindiendo del talento de las mujeres mientras el presentismo prevalezca sobre la meritocracia. La mujer nunca ascenderá si siempre tiene que estar allí".
Claves para tener horarios de trabajo racionales
- Fomentar el trabajo por objetivos y no el presencialismo.
- Favorecer la movilidad tecnológica para poder trabajar fuera de la oficina.
- Facilitar la jornada intensiva y la flexibilidad horaria.
- Minimizar las comidas de empresa como instrumento de trabajo para no alargar la jornada.
- Acabar con la reunionitis. Para las que sean imprescindibles se marcará hora de inicio y de fin y no se convocarán después de las cuatro de la tarde.
- Reducir los costes fiscales para poder para poder contratar a una persona por la tarde y otra por la mañana sin incrementar costos.
Por. Ana Carbajosa