Alfredo, con el rostro abatido de tristeza se reúne con su amiga María en un restaurante a tomar un café.
Deprimido, descarga en ella todas sus angustias... Los problemas en el trabajo, la falta de dinero, las dificultades en su relación de pareja, el no estar ejerciendo su vocación... Todo parece estar mal en su vida.
Ante tales comentarios, María introduce la mano en su cartera, saca un billete de 50.000 mil pesos y le dice: ¿quieres este billete?
Alfredo, un poco confundido le responde: "Claro... Son 50.000 mil pesos, ¿quién no los querría?
Entonces María toma el billete en una de sus manos y lo arruga hasta hacerlo una pequeña bola, la cual muestra a Alfredo y le pregunta:
-"Y ahora ¿igual lo quieres?"
-"María, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50.000 mil pesos, ¡claro que los tomaré si me los entregas!"
Entonces, María desdobla el arrugado billete, lo tira al piso y lo restriega con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado.
– "Y Ahora, ¿lo sigues queriendo?"
– "Mira María, sigo sin entender qué pretendes, pero ese es un billete de 50.000 mil pesos y mientras no lo rompas conserva su valor..."
– "Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido... Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado".
Alfredo se quedó mirando a María sin atinar palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. María puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
– "Toma, guárdalo para que recuerdes lo que te he dicho cuando te sientas mal... ¡Pero me debes un billete nuevo de 50.000 mil pesos para poder usarlo con el próximo amigo que lo necesite!".
Diciendo esto, le dio un beso en la mejilla a Alfredo –quien aún no había pronunciado palabra– y levantándose de su silla se alejó rumbo a la puerta.
Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada energía, llamó al mesero para pagar la cuenta.
Y tú… ¿Eres consciente de lo que vales?
Fuente: extraído de www.pensamientos.com.mx